La importancia de las proteínas
Por: Emily Oviedo M.

Las proteínas son un tipo de macronutriente que, junto con los hidratos de carbono y los lípidos, resultan esenciales para el funcionamiento normal del organismo. Por lo general, las proteínas representan entre el 10 y el 15% de las necesidades energéticas del organismo. Nuestro organismo no es capaz de almacenar aminoácidos, como sucede con los hidratos de carbono y las grasas. Por tanto, necesitamos un aporte diario de aminoácidos a través de las proteínas contenidas en nuestra alimentación para crear nuevas proteínas. Las proteínas deberían consumirse de forma uniforme a lo largo de todo el día y formar parte de cada comida.
Después del agua, el organismo se compone principalmente de proteínas. De hecho, las proteínas son el componente principal de las células, la musculatura y otros tejidos. A menudo, se denomina a las proteínas como los “elementos básicos de la vida”.
Las proteínas forman parte de células, tejidos y órganos de nuestro organismo, como por ejemplo:
La masa muscular
El colágeno, que proporciona fuerza y estructura los tejidos (p. ej., cartílago)
La piel, el pelo y las uñas
La hemoglobina, que transporta oxígeno por el cuerpo
La mayoría de las hormonas, que actúan como mensajeros químicos del organismo, también son proteínas
Las enzimas, que regulan todos los aspectos del metabolismo; intervienen en innumerables reacciones químicas importantes que permiten la digestión de los alimentos, la formación de energía para la contracción muscular y la regulación de la producción de insulina, entre otros
Los anticuerpos, que intervienen en la respuesta inmunitaria
Las proteínas pueden encontrarse en:
Alimentos animales: la carne, el pescado, los huevos y los productos lácteos. Estos productos contienen la gama completa de los aminoácidos esenciales
Alimentos vegetales: los cereales, las frutas, las legumbres, las verduras y los frutos secos. Estos alimentos carecen de uno o más aminoácidos esenciales
Complementos nutricionales específicos
Es frecuente que los adultos, con el paso de los años, coman menos. Los motivos que contribuyen a esta falta de apetito son cambios en el olfato, el gusto o problemas relacionados con los dientes, las encías o la dentadura postiza. Comer menos o comer de forma inadecuada se traduce en que a menudo no se ingieren suficientes macro y micronutrientes importantes, lo que puede afectar a la calidad de vida.